La mentira tras Enric Marco, el falso deportado que llegó a presidir la Amical de Mauthausen
La mentira tras Enric Marco, el falso deportado que llegó a presidir la
Amical de Mauthausen
El 8 de noviembre, los directores
Aitor Arregi y Jon Garaño estrenan ‘Marco’, una película de ficción basada en
las artimañas y falsedades que el protagonista con ese mismo apellido dejó tras
de sí.
“Hijo de puta, ¿por qué nos has
hecho esto?”. Primero, tres palabras sumidas en la decepción y el enfado.
Después, una pregunta todavía sin respuesta. Esta cita forma parte de uno de
los diálogos cruciales de la película Marco, basada
en las vicisitudes de Enric Marco Batlle (1921–2022), el que llegara a ser
presidente de la Amical de Mauthausen i altres camps i de totes les víctimes
del nazisme. La cinta recoge los vericuetos seguidos por una persona anclada en
la impostura, que hizo de la mentira un terreno fértil en el que poder ocupar
un espacio que nunca le perteneció.
Tardaron años en descubrir la falaz historia de Marco.
Mucho antes, algunas sospechas ya se cernían sobre él, sobre todo desde que se
convirtió en el secretario general de la Confederación Nacional del Trabajo
(CNT), cargo que ocupó desde abril de 1978 hasta diciembre de 1979. La luz
iluminó la verdad apenas unos días antes de llevarse a cabo el homenaje en 2005
por los 60 años de la liberación de Mauthausen, acto al que por primera vez
acudiría un presidente del Gobierno español. La verdad: Marco jamás había
estado en el campo de concentración nazi.
“Él contaba que había estado en el penal de Kiel, y que los nazis le
llevaron al campo de Flossenbürg, del que regresó a España cuando el Eje cayó.
Era raro encontrar una persona así”, dice Juan Manuel Calvo, presidente de la
Amical
Juan Manuel Calvo es el presidente de la Amical desde
hace tres años. Incorporado a la asociación catalana en 2004, llegó a conocer a
Marco antes de su expulsión: “Él contaba que había estado en el penal de Kiel,
y que los nazis le llevaron al campo de Flossenbürg, del que regresó a España
cuando el Eje cayó. Era raro encontrar una persona así, deportada española que
hubiera vuelto a España, ya que nuestros compatriotas nunca fueron reclamados
por la dictadura franquista. Los que había eran más mayores que él y
permanecían en el exilio”, comenta este historiador.
Precisamente, fue otro historiador el que indagó lo
suficiente como para encontrar la verdad que explicaba ciertas imprecisiones en
la inventada biografía que Marco contaba de sí mismo. Benito Bermejo llegó a
comprobar que Marco, lejos de ser un deportado y haber sufrido un campo de
concentración, se embarcó en una expedición de trabajadores voluntarios
enviados por la España franquista a la Alemania nazi.
La sospecha de
Bermejo
Bermejo lo conoció en 1999: “No tuve mucho tiempo de
hablar con él, solo me dijo que había estado en Flossenbürg. Pasó un año y di
con el libro de Eduardo Pons Prades, publicado en 1978, a quien Marco contó su
versión por primera vez. Había algunas contradicciones en su relato”, recuerda
el historiador. En 2002 volvió a coincidir con él, precisamente en las
conmemoraciones por la liberación de Mauthausen. Bermejo quería entrevistarle.
Nunca había estado con un deportado de Flossenbürg.
“Su reacción fue muy negativa, hostil. Me dijo que no
iba a hablar conmigo y que me buscara otro tema porque él no era objeto de
estudio”, cuenta Bermejo. Aquella situación hostil hizo que la llama de la
curiosidad se avivara en el historiador. “No di con nadie que me hablara de él
y de su paso por el campo de concentración, pero todavía no tenía pruebas para
decir que se lo estaba inventando”, prosigue.
Entre tanto, Bermejo sabía que no era la primera
persona que tenía dudas sobre Marco. Ya en los años 90, Floreal Samitier, cenetista
que había pasado el exilio en Toulouse, pensaba que Marco era un tipo muy
sospechoso. “Por aquel momento, cuando Marco fue el secretario general de la
CNT, apenas mencionaba lo del campo nazi, pero sí había gente algo mosqueada
con él. Samitier llegó a pensar que podía ser un infiltrado”, subraya el
historiador.
Cada vez que a Marco le preguntaban por su experiencia
en la Alemania nazi, él se escurría entre excusas para no hablar de ello. Así
llegó 2005. “Busqué en un archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, y ahí
apareció una ficha a su nombre. Se indicaba que había un exhorto de la
capitanía general militar de Catalunya que le llamaba a filas, porque no se
había presentado en su llamamiento para la mili”, cuenta Bermejo.
“Franco ayudó a Hitler enviando trabajadores a Alemania para su industria
militar. Podemos decir que Marco se alistó voluntariamente en una especie de
rama laboral de la División Azul”, explica el historiador Benito Bermejo
Una vez revisado el expediente, la familia de Marco respondió
que estaba en Alemania, en una “misión oficial”, a la que había partido en
noviembre de 1941. Bermejo lo deja claro: “Franco ayudó a Hitler enviando
trabajadores a Alemania para su industria militar. Podemos decir que Marco se
alistó voluntariamente en una especie de rama laboral de la División
Azul”.
Por otro lado, Marco sí transitó una situación
calamitosa. En los archivos generales de Alemania todavía se guarda la
sentencia judicial que le absolvió, también descubierta por este historiador:
“Llegó a estar en prisión preventiva, aunque al final quedó libre. Es curiosa
la conclusión del juez, incluso vaticina algo del futuro. Vino a decir que
Marco no era ningún conspirador contra el régimen nazi, sino alguien que había
querido hacerse el importante delante de sus compañeros”. En 1943, Marco
retornó a España.
Una narrativa
que embriagaba antes del destape
Calvo recuerda que lo que más sorprendía de Marco era
su capacidad dialéctica, esa posibilidad de encandilar al auditorio que, con
presteza, le escuchaba. “Es cierto que su discurso confería una alta dosis de
convencimiento gracias a su oratoria”, recalca el actual presidente de la
Amical. Esa fue la primera impresión que Calvo tuvo de él en la primavera de
2004.
Diferente fue la sensación que golpeó su cuerpo apenas
un año después. “Ahí ya vi al Marco confabulador, interesado en aparecer en
todos los lugares como el protagonista, siempre intentando ser el centro de
atención”, añade. Todo sucedió muy rápido, pero no lo suficiente como para que
la entidad no salvara el tipo, conscientes de que la prioridad era que una
mentira de tamaña envergadura no manchara la honesta y necesaria labor que
realizaban.
El vértigo apenas alcanzó algo más de una semana. El 1
de mayo de aquel 2005, la Amical realizó una asamblea en Vilafranca del
Penedés, justo en el momento en el que ya tenían conocimiento de que un informe
firmado por Bermejo explicaba los verdaderos motivos de la salida de Marco de
España. Todavía desconocían que Marco jamás estuvo en Flossenbürg. Al día
siguiente celebraron una reunión con la junta directiva, en la que se leyó el
documento. Ahí Marco afirmó que “no podía decir que todo lo que recogía el
informe fuera mentira”, rememora Calvo. Ese día, relegaron a Marco de sus
funciones, asumidas por la vicepresidenta de la Amical, Rosa Toran.
Los actos de conmemoración en Mauthausen se
celebrarían el día 5 de mayo. El 3, Marco viajó a Austria, tal y como estaba
previsto en un primer momento. Aquel día, acorralado, se vino abajo y, ante la
atenta mirada de sus compañeros, reconoció que nunca había estado en un campo
de concentración nazi. De ahí ese “hijo de puta, ¿por qué nos has hecho esto?”,
parte de la conversación que abre este artículo ficcionada por los directores
de la cinta, Aitor Arregi y Jon Garaño. El discurso que Marco preparó para los
actos de homenaje terminó siendo leído por boca de otro deportado.
Una vez celebrados los actos de homenaje, la junta de
la Amical preparó una declaración pública para explicar lo sucedido que dieron
a conocer el 9 de mayo. Solo tres días después, la entidad decidió dar de baja
a Marco como socio.
Desde entonces, Marco no dejó de repetir en periódicos
y platós de televisión que gracias a él se conocía la historia de los
deportados españoles. Que él y solo él había sido capaz de contarla de esa
forma tan atractiva. Que él y solo él la había acercado a las aulas, llevado a
la opinión pública y puesto en valor. “Esa es la justificación que dio hasta el
final de sus días, que daba voz a los que no tenía voz. Yo no lo veo así,
porque a veces llegó a hacer callar a los verdaderos deportados, como José
Egea, Francisco Aura y Josep Simon i Mill”, sostiene Bermejo.
Los entresijos
de la película
Marco, la película,
es el fruto de un trabajo que tanto Garaño como Arregi han venido realizando
desde hace 18 años. Todo comenzó en 2006, cuando incluso Marco estuvo dispuesto
a participar en un documental que contara su trayectoria. “En un momento dado,
nos dijo que quería ir a Alemania a que acreditaran su paso por la cárcel de
Kiel. Le dijimos que querríamos filmar ese momento, pero se negó. Nos dijo que
era algo muy íntimo”, señala el propio Garaño, autor junto a Arregi de filmes
como La trinchera infinita o Handia.
Fotograma de la película ‘Marco’, dirigida por Aitor Arregi y Jon Garaño.
Foto: David Herranz.
Cuando volvió de ese viaje, Marco destapó una nueva
mentira. “Nos confesó que había ido con otros documentalistas a Alemania con
los que había firmado un contrato de exclusividad. Aquello nos dejó en shock”, cuenta Garaño en referencia al documental Ich Bin Enric Marco. Tras la salida de la presentación
de otro proyecto en 2010, Marco esperó a los directores con una butifarra, que
les regaló. Quería retomar la idea de hacer un documental sobre él.
Llegaron a tener unas 15 horas de entrevistas con
Marco, un material muy jugoso con el que tampoco tenían muy claro qué hacer.
Era marzo de 2011. “Le planteamos hacer un híbrido, ficcionar partes de su
historia. Le pareció buena idea, pero nos dijo que para entonces ya estaba
hablando con Javier Cercas”, prosigue Garaño al citar al autor de la obra El impostor, cuyo protagonista también es Marco.
“En su vida él hizo lo mismo que más o menos hemos hecho nosotros,
enmascarar la mentira en medias verdades, por lo que ‘Marco’ es una película de
ficción basada en hechos reales”, define Jon Garaño
El Marco de 2011 seguía pareciéndose demasiado al de
una década antes. “Marco nos citó con Cercas en Barcelona. Para nuestra
sorpresa, el escritor no sabía nada de nuestra existencia. Marco nos la había
vuelto a colar”, enfatiza el director. En 2013, finalmente, los dos cineastas
decidieron contar la vida de Enric Marco Batlle ficcionada. “En su vida él hizo
lo mismo que más o menos hemos hecho nosotros, enmascarar la mentira en medias
verdades, por lo que Marco es una
película de ficción basada en hechos reales”, define Garaño.
Los cien minutos que dura la película logran aunar
tanto la vida personal de Marco para con su familia, que también navegó entre
mentiras, con su parte más activista. Por ejemplo, la Amical aparece como la
Asociación Española de Deportados, y los personajes aparecen con nombres
cambiados. “Cuando íbamos a empezar a rodar, nos comunicamos con sus hijas,
pero no querían saber nada de lo que estábamos haciendo”, apunta el director.
Marco consigue sacar
a la palestra muchas preguntas que no siempre se formulan ni ocupan el espacio
que deberían. ¿Todos hemos sido Marco alguna vez queriendo sacar nuestra mejor
versión, hasta impostarla? ¿Quién cuenta la historia? ¿Qué pacto se establece
entre quien la cuenta y la recibe? ¿Es más útil un deportado falso con una
narrativa perfecta y grandes titulares o un deportado real que no es capaz de
hilar la historia? Y, sobre todo: “Hijo de puta, ¿por qué nos has hecho esto?”.
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